El Ph.D. Jorge Rassa, docente investigador de la Universidad Nacional de Chimborazo (Unach), nos informa sobre sus trabajos científicos que promueven la integración de las personas con discapacidad, a través de juegos que desarrollan la psicomotricidad.

Ph.D. Jorge Rassa, docente investigador de la Unach

¿Cómo recibió el inicio de este nuevo período académico?

Esperando que la universidad continúe en el camino de la ciencia y que los profesores ayudemos para que la institución siga adelante.

 

¿La relación entre maestros y estudiantes en el ámbito deportivo, cómo se desarrolla?

Por los espacios de infraestructura que tenemos, los universitarios tienen actitudes y aptitudes para el deporte, que no solo cumplen sus clases, sino que entrenan fuera de horario y bajo nuestra dirección técnica participan en campeonatos interuniversitarios.

 

En base a la nueva orientación de la Unach, los estudiantes no solo reciben clases, sino que se convierten en investigadores, ¿qué apoyo brindan en este contexto a los universitarios?

En el campo deportivo, con los chicos estamos realizando actividades de investigación en cuanto a discapacidades.

 

¿De dónde surgió esta línea de investigación sobreactividad física en discapacidades?

Hace años tuve la oportunidad de contactarme con las personas que realizan baloncesto sobre sillas de ruedas en Chimborazo y de ahí partió todo, he seguido algunos cursos para certificarme como entrenador. Independientemente, trabajé con niños con Síndrome de Dawn y tuvimos un acercamiento con el Instituto Carlos Garbay, donde propusimos un proyecto de actividad física para niños, jóvenes y adultos con discapacidad, con quienes realizamos eventos de danza, música, teatro, logrando demostrar que la universidad puede ser líder de políticas inclusivas.

El baile es una actividad importante para el desarrollo psicomotriz

¿Estas experiencias fueron el origen para que usted desarrolle investigaciones sobre el deporte y las discapacidades?

Para mi grado doctoral propuse un proyecto de actividad física para niños con Síndrome de Dawn, con resultados sorprendentes sobre las actividades que pueden realizar. Para ello, desarrolle treinta juegos aplicados en el Instituto Carlos Garbay, que ha motivado a los chicos, gracias al acercamiento con la Vicepresidencia de la República y con Conadis.

Además, trabajé en Lima, Perú y sus alrededores, para estudiar las discapacidades y mi tesis se aprovechó en la Escuela de Cultura Física de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con el fin de aplicar con los jóvenes, que ahora reciben dentro de su malla curricular estas propuestas de inclusión educativa.

 

Usted escribe, actualmente, un libro sobre esta temática, ¿cómo va la edición de la obra?

Sí tiene como base la política de inclusión educativa, el estudio de las diferentes discapacidades y estructurando los juegos que permitan un desarrollo psicomotriz completo, trabajando el cerebro y el cuerpo.

El libro, a más del ámbito científico, está estructurado de forma que llegue a todas las personas que deseen involucrarse en el apoyo a los seres humanos con discapacidades y logra que las mallas curriculares y los profesores de educación física tengan un cambio de mentalidad educativa, construyendo puentes y no barreras.

La iniciativa nació en el Instituto Carlos Garbay, con los niños que tienen Síndrome de Dawn

 

¿Cuál es uno de los principales juegos que usted ha realizado?

Se llama Bing Ben, un juego de ida y vuelta para personas con discapacidad visual, con un reglamento, jueces, personal en mesa de control, dimensiones, sonorización, balón, tiene todo. El objetivo del juego es que los jugadores deben alcanzar a un péndulo sonoro y se puntúa según se toque arriba, abajo o en el medio, desarrollando la psicomotricidad, lo sensorial – auditivo y lo fundamental es que se creó tanto para no videntes como para videntes, ayudando a estos dos grupos de estudiantes.

 

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